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sábado, 3 de marzo de 2012

Historia, una pesadilla de 2 piernas…

Y
o no entiendo como hay gente que se pone nerviosos en los exámenes, ¿No estudian o qué onda?

A
l comienzo del año escolar, el profesor nos entregó el cuestionario con las cuestiones del concurso de historia por el bicentenario diciendo lo siguiente: “ Los que quieren participar participan” después lo completo: “ Solo les aviso que estas 90 preguntas van a ser acumulativas para su proceso”. Cuando dijo eso, tenía las enormes ganas de tirarlo en un pozo de agua... Pero ¿De qué sirve?
B
ueno, los primeros 3 exámenes del cuestionario fueron fáciles, aunque no logre el puntaje total. Pero en la última etapa recién comenzó el problema; teníamos que estudiar 50 preguntas, y no eran de esas preguntas cortas, eran de aquellas preguntas con respuesta de media página y teníamos que saberlas de memoria; porque un puntito o una palabra diferente de lo que estaba en el folleto, ya no era correcto. Lo estudie. En el día del examen eran 35 puntos, de los cuales me saque apenas 15. No pensé que esto pudiera perjudicarme, que estos 20 puntos a menos no me iban a perjudicar. Pero estaba totalmente engañada, estos 20 puntos a menos me hicieron sacar un gran gancho. El profesor había avisado que los que no pasaban en ese examen no iban a rendir lo mismo, o la misma cantidad de cosas; nos dio el cuestionario para el examen: “Estudien de la página 60 a la página 94”. En primera instancia, no me di cuenta del gran tamaño del recorrido de las páginas. Me di cuenta del tamaño del problema cuando mi amiga dijo: “El profesor está loco, piensa que somos máquinas. ¿Cómo nos va a dar más de 30 páginas para estudiar? – Mis ojos se abrieron como plato cuando dijo el número 30. No me había  dado cuenta, pero ya era tarde; lo único a hacer era ponerme a estudiar. Estaba totalmente desanimada cuando escuche lo siguiente: “Por la gran cantidad de 1, bajare la escala” –En ese momento quise saltar de alegría; pero había un problema, ¿Y si igual me sacaba un 1?
A
l día siguiente esperábamos ansiosos por las notas. Cuando el profesor entro a la sala, se podían escuchar los corazones, tun tun, tun tun. El profesor por fin empezó a decir las notas, todos rezando para pasar, yo como siempre casi la última, mis amigas escuchaban: “ Fulana, 3, 2, 2.. Mengana, 3,3 ,2” –Pero cuando llego mi vez estaba tranquila, porque había sacado mayor puntaje que mis amigas. Escuche el profesor: “Mónica, 4,4…. 2.” Estaba tranquila, pero aquel 2 después de dos 4, es una cosa, digamos que “TORPE”. 

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